El continuo perfeccionamiento del motor diésel durante el siglo XX, mediante la inyección directa y el turbocompresor, le ha permitido alcanzar una mayor eficiencia que el motor de gasolina de 4 tiempos. Esto es importante porque tiene un impacto directo en la cantidad de combustible que se necesita para impulsar el vehículo.
La eficiencia máxima actual de un motor diésel es del 42%, frente al 35% de la gasolina. Como resultado, a la misma velocidad, emite menos gases de efecto invernadero por kilómetro recorrido que su competidor de gasolina. Sin embargo, este rendimiento sigue siendo bastante bajo en comparación con los motores eléctricos, cuya eficiencia oscila entre el 80 y el 98%. Más allá de la eficiencia, es el uso del coche el que debe dictar su elección entre un coche diésel, de gasolina o eléctrico.
¿Por qué el diésel tiene mala prensa?
Aunque el escándalo del Dieselgate ha desprestigiado a este combustible, es su supuesta contribución a la contaminación atmosférica global por partículas lo que lo ha puesto en el punto de mira, señala el concesionario de coches Madrid Crestanevada. Se acusa a los coches diésel de emitir partículas finas que pueden causar enfermedades respiratorias con el tiempo. Aunque esta afirmación no es falsa, es importante tener en cuenta que las normas europeas exigen ahora que los vehículos diésel tengan niveles de emisiones mucho más bajos que los nuevos coches de inyección.
En París, los estudios realizados por AirParif muestran también que las emisiones de los automóviles sólo representan el 14% del total de las emisiones de compuestos orgánicos volátiles no metánicos (COVNM). La mayor parte de la contaminación por partículas finas procede de la actividad industrial, los incendios de chimeneas y el esparcimiento de fertilizantes. Por el contrario, los motores diésel híbridos pueden llegar a ser más populares.
¿Es el diésel realmente peor para el medio ambiente que la gasolina?
Cuando se analizan los incentivos fiscales y los planes medioambientales puestos en marcha por el gobierno francés, el panorama es mixto entre los motores diésel y los de gasolina. Sin embargo, el nivel de imposición entre la gasolina y el gasóleo es casi idéntico (obviamente, tirado al alza).
En cuanto a las penalizaciones por la compra, los coches diésel sufren menos malus por sus menores emisiones de gases de efecto invernadero. Sin embargo, pueden optar a pegatinas menos favorables que sus homólogos.
Esta última restricción debe ponerse en perspectiva. Los coches diésel de última generación suelen tener pegatinas que permiten circular en la gran mayoría de los casos durante los picos de emisiones. Están equipados con costosos dispositivos anticontaminación para atrapar los óxidos de nitrógeno además de las partículas.